Les comparto un trabajo que hice, en el ya lejano diciembre del 2009, cuando cursaba Periodismo Interpretativo, en la universidad. Tema: puestas en escena en Costa Rica
Como si se tratara de la última escena del famoso libreto de William Shakespeare, Romeo y Julieta, en donde los protagonistas perecen envenenados, de esta misma manera están agonizando los temas en el teatro costarricense.
Esto debido a que ya no toman en cuenta obras clásicas, o sobre diversas temáticas, sino que ofrecen a los espectadores, en su mayoría, obras que aluden al sexo, prueba de esto basta con echar un vistazo a las puestas en escena que muestran los periódicos.
A no ser por el Teatro al Medio Día, propuesta del Teatro Nacional, el arte escénica en Costa Rica es un mar de banalidades para el sector popular, quienes no podrían disfrutar de una obra a un precio económicamente adquirible para este sector.
Es decir, se le está privando a las personas la oportunidad de conocer el teatro, por ejemplo una persona de pocos recursos qué cree usted que preferirá observar: ¿El Cascanueces?, que su precio menor es de 5 mil colones, o el de ¿Teta que mano no cubre, no es teta es ubre?, que el costo del tiquete general es de 2 mil colones; la respuesta parece clara.
¿Pero será que esta tendencia se daba desde antes? La respuesta es no. El teatro costarricense en sus inicios abarcaba diversos temas, antes del siglo XX, el desarrollo del teatro fue incipiente, y el escaso desarrollo se basó en la tradición religiosa, los temas históricos y los motivos costumbristas.
Sin embargo, es este último estilo, que se apodera de las tablas para el siglo XX. Parte del teatro durante esta época, se centra hacia el drama de intención social, una de las figuras que destaca, durante este tiempo, es el escritor Carlos Gagini, con su obra El Candidato.
Pero no sólo se enfrascó en estos temas, sino que además, se enfocó en los relacionados con el amor y las cuestiones del matrimonio. Un ejemplo fue la puesta en escena de Cuento de Amor, de Ernesto Martén.
El llamado teatro conservador se dio en el periodo de 1920 a 1949. Con esta manera de hacer teatro, se interpretaban en las tablas, un rol sumiso en la mujer, y un papel protagónico del hombre.
Es decir, mientras en nuestro país se interpretaba la sociedad patriarcal, en otros lugares del mundo, el teatro iniciaba en sus presentaciones, el movimiento surrealista.
Pero este estancamiento en el modelo conservador, se termina con el resurgimiento del teatro, en los años 50. En este resurgimiento sobresalen los dramaturgos Alberto Cañas, Daniel Gallegos y Samuel Rovinski, quienes en sus obras tocaban temas políticos, de crítica social y de temática existencialista.
Parte de la producción teatral del país se inquietó, hasta en 1980 por los temas de identidad cultural, lo que se manifestó en la escogencia de una temática de corte histórico y el tema de las clases sociales.
Situación actual
A pesar de esta destacable reseña histórica sobre los diversos temas en los que ahondaban las artes escénicas del país, basta con leer en el periódico lo que ocurre ahora.
Los tópicos que proliferan son sobre asuntos relacionados con el sexo, homosexualismo, infidelidades.
El periódico no miente, nos muestra entre las presentaciones de la temporada el caso de “Cambiemos esposas” o “Monólogos de la vagina”, “Chingos o nada”, advirtiendo claro “últimas presentaciones”.
Ana Istarú, actriz y dramaturga costarricense piensa que en nuestro país, se están perdiendo de todos los temas, según ella únicamente las producciones teatrales se preocupan por los números, en cuanto a ganancias genere una obra.
La obra Chingos o Nada es uno de los muchos ejemplos de la temática sexual que se da en los teatros ticos.
|
“En el país hay diversas escuelas, muchas salas, público que acude, pero hay mal escogimiento de obras. Se busca lucrar con la taquilla, no hay exigencia profesional ni actoral, cualquiera pisa un escenario y se considera actor. Hay poco rigor, entonces es como un desperdicio porque habiendo tantas salas, que contrastan por su cantidad proporcionalmente a la población con el resto de los países en el área, no se le da al público un buen producto con un mínimo de altura artística”, aseguró Istarú.
Sin embargo, la actriz testifica que de vez en cuando se pueden encontrar otro tipo de obras, pero que no se les da el tiempo necesario para que el público las observe.
“Hay grupos independientes sin sala con trayectoria, con objetivos y profesionales aislados que también hacen una labor de calidad alternativa, que dura poco en las carteleras, pero se puede encontrar”, comentó la actriz.
Para Istarú, el contenido sexual es el principal que abunda en el teatro en Costa Rica. Además, la poeta afirma que el país se está perdiendo de todos los otros temas.
“Lo que se están haciendo son estereotipos, obras sobre sexo, no es que sea un tema que no se puede abordar, el problema es la postura que se le da; se aborda el tema nada más para reforzar los estúpidos mitos, que ya de por sí existen, el estereotipo patriarcal, homofóbico, convencional del que deberíamos librarnos”, argumentó.
Para la dramaturga, la idea de aproximar al público al teatro, es muy costoso. “Sí, sí cuesta porque se le ha acostumbrado a una obra ligera y de poca monta”, comentó Istarú.
A cercando a la masa
La directora del Teatro Nacional, Jody Steiger, logró lo que Istarú dice que cuesta: acercar una gran masa a un espectáculo de calidad y con un precio accesible.
Una comparación vertiginosa: Sabía usted que en San José existen 20 salas de teatro por cada 50 mil habitantes; mientras que en el Distrito Federal de México existe una sala por cada 300 mil habitantes.
Fuente: datos proporcionados por Manuel Delgado, periodista y filósofo.
|
Lo que parecía un imposible lo cumplió, en conjunto con el Ministerio de Cultura, en febrero del año en curso, al inaugurar el Teatro al Mediodía.
El proyecto fue la oportunidad de a cercar a los costarricenses a una obra diferente: de verdadero arte y calidad, para que los ticos observaran la otra cara que posiblemente no conocieran de esta industria.
Es decir, se consiguió que el teatro fuera accesible para todos, un día a la semana, ya que por lo general, una entrada a una función nocturna en el Nacional, no baja de 6 mil colones, en el asiento económico.
Por ahora se ha bajado el telón a la masa, y es en estas vacaciones que tendrán que buscar el arte en otros lugares, para no caer en las redes de la taquilla y acudir a las obras que incitan al morbo.
La idea de que en un futuro, el teatro brinde al público en sus obras otros temas, o que al menos tomen el tema sexual desde otras perspectivas menos superficiales, parece lejano.
Esta utopía se debe por encontrarnos en una sociedad capitalista, en donde la ley de la oferta y la demanda pesa cuando llega el momento de decidir qué obras realizar, ya que la balanza recaerá en las obras baratas, con títulos más sensacionalistas que llamen la atención del público.
Es decir, parece que acá en Tiquicia, Romeo y Julieta se envenenaron para siempre de las tablas costarricenses, debido al afán de lucro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario